Alguna vez la encuentro en el mundo y pasa junto a mí; y pasa sonriéndose, y yo digo: "¿Cómo puede reír?".
Luego asoma a mí labio otra sonrisa, máscara del dolor, y entonces pienso: "¡Acaso ella se ríe como me río yo!".
martes, 10 de noviembre de 2009
Saeta que voladora
9:37
Publicado por
Gustavo Adolfo Bécquer
Saeta que voladora cruza, arrojada al azar, y que no sabe dónde temblando se clavará;
hoja que del árbol seca arrebata el vendaval y que no hay quien diga el surco donde a caer volverá;
gigante ola que el viento riza y empuja en el mar, y rueda y pasa y se ignora qué playa buscando va;
luz que en cercos temblorosos brilla, próxima a expirar, y que no se sabe de ellos cuál el último será;
eso soy yo, que al acaso cruzo el mundo, sin pensar de dónde vengo, ni a dónde mis pasos me llevarán.
hoja que del árbol seca arrebata el vendaval y que no hay quien diga el surco donde a caer volverá;
gigante ola que el viento riza y empuja en el mar, y rueda y pasa y se ignora qué playa buscando va;
luz que en cercos temblorosos brilla, próxima a expirar, y que no se sabe de ellos cuál el último será;
eso soy yo, que al acaso cruzo el mundo, sin pensar de dónde vengo, ni a dónde mis pasos me llevarán.
Cuando me lo contaron sentí el frío
9:37
Publicado por
Gustavo Adolfo Bécquer
Cuando me lo contaron sentí el frío
de una hoja de acero en las entrañas; me apoyé contra el muro, y un Instante la conciencia perdí de donde estaba.
Cayó sobre mi espíritu la noche; en ira y en piedad se anegó el alma... y se me reveló por qué se llora, ¡y comprendí una vez por qué se mata!
Pasó la nube de dolor..., con pena logré balbucear unas palabras... Y ¿qué había de hacer? Era un amigo ... ¡Me había hecho un favor!... Le di las gracias.
de una hoja de acero en las entrañas; me apoyé contra el muro, y un Instante la conciencia perdí de donde estaba.
Cayó sobre mi espíritu la noche; en ira y en piedad se anegó el alma... y se me reveló por qué se llora, ¡y comprendí una vez por qué se mata!
Pasó la nube de dolor..., con pena logré balbucear unas palabras... Y ¿qué había de hacer? Era un amigo ... ¡Me había hecho un favor!... Le di las gracias.
Yo se cuál el objeto
9:36
Publicado por
Gustavo Adolfo Bécquer
Yo se cuál el objeto
de tus suspiros es; yo conozco la causa de tu dulce secreta languidez. ¿Te ríes ... ? Algún día sabrás, niña, por qué: tú lo sabes apenas, y yo lo sé.
Yo sé cuando tú sueñas, y lo que en sueños ves, como en un libro puedo lo que callas en tu frente leer. ¿Te ríes ... ? Algún día sabrás, niña, por qué, tú lo sabes apenas, y yo lo sé.
Yo sé por qué sonríes y lloras a la vez;
yo penetro en los senos misteriosos
de tu alma de mujer.
¿Te ríes... ? Algún día
sabrás niña por qué:
mientras tú sientes mucho y nada sabes
yo, que no siento ya, todo lo sé.
de tus suspiros es; yo conozco la causa de tu dulce secreta languidez. ¿Te ríes ... ? Algún día sabrás, niña, por qué: tú lo sabes apenas, y yo lo sé.
Yo sé cuando tú sueñas, y lo que en sueños ves, como en un libro puedo lo que callas en tu frente leer. ¿Te ríes ... ? Algún día sabrás, niña, por qué, tú lo sabes apenas, y yo lo sé.
Yo sé por qué sonríes y lloras a la vez;
yo penetro en los senos misteriosos
de tu alma de mujer.
¿Te ríes... ? Algún día
sabrás niña por qué:
mientras tú sientes mucho y nada sabes
yo, que no siento ya, todo lo sé.
Qué hermoso es ver el día
9:35
Publicado por
Gustavo Adolfo Bécquer
¡Qué hermoso es ver el día
coronado de fuego levantarse,
y a su beso de lumbre brillar las olas y encenderse el aire !
¡ Qué hermoso es, tras la lluvia del piste otoño en la azulada tarde,
de las húmedas flores .el perfume beber hasta saciarse!
¡ Qué hermoso es cuando en copos la blanca nieve silenciosa cae,
de las inquietas llamas ver las rojizas lenguas agitarse!
¡Qué hermoso es, cuando hay sueño, dormir bien ... y roncar como un sochantre... y comer... y engordar!... ¡Y qué desgracia que esto solo no baste!
coronado de fuego levantarse,
y a su beso de lumbre brillar las olas y encenderse el aire !
¡ Qué hermoso es, tras la lluvia del piste otoño en la azulada tarde,
de las húmedas flores .el perfume beber hasta saciarse!
¡ Qué hermoso es cuando en copos la blanca nieve silenciosa cae,
de las inquietas llamas ver las rojizas lenguas agitarse!
¡Qué hermoso es, cuando hay sueño, dormir bien ... y roncar como un sochantre... y comer... y engordar!... ¡Y qué desgracia que esto solo no baste!
Será verdad que, cuando toca el sueño
9:34
Publicado por
Gustavo Adolfo Bécquer
¿Será verdad que, cuando toca el sueño
con sus dedos de rosa nuestros ojos, de la cárcel que habita huye el espíritu en vuelo presuroso?
¿Será verdad que, huésped de las nieblas, de la brisa nocturna al tenue soplo
alado sube a la región vacía
a encontrarse con otros?
¿Allí, desnudo de la humana forma, allí, los lazos terrenales rotos, breves horas habita de la idea el mundo silencioso?
¿Y ríe y llora, y aborrece y ama, y guarda un rastro del dolor y el gozo, semejante al que deja cuando cruza el cielo un meteoro?
¡Yo no sé si ese mundo de visiones vive fuera o va dentro de nosotros, lo que sé es que conozco a muchas gentes a quienes no conozco!
con sus dedos de rosa nuestros ojos, de la cárcel que habita huye el espíritu en vuelo presuroso?
¿Será verdad que, huésped de las nieblas, de la brisa nocturna al tenue soplo
alado sube a la región vacía
a encontrarse con otros?
¿Allí, desnudo de la humana forma, allí, los lazos terrenales rotos, breves horas habita de la idea el mundo silencioso?
¿Y ríe y llora, y aborrece y ama, y guarda un rastro del dolor y el gozo, semejante al que deja cuando cruza el cielo un meteoro?
¡Yo no sé si ese mundo de visiones vive fuera o va dentro de nosotros, lo que sé es que conozco a muchas gentes a quienes no conozco!
Las ropas desceñidas
9:32
Publicado por
Gustavo Adolfo Bécquer
Las ropas desceñidas,
desnudas las espaldas, en el dintel de oro de la puerta, dos ángeles velaban.
Me aproximó a los hierros que defienden la entrada, y de las dobles rejas en el fondo la vi confusa y blanca.
La vi como la imagen que en un ensueño pasa, como un rayo de luz tenue y difuso que entre tinieblas nada.
Irle sentí de un ardiente deseo llena el alma. ¡Como atrae un abismo, aquel misterio hacia sí me arrastraba!
Mas, ¡ay!, que de los ángeles parecían decirme las miradas:
"¡El umbral de esta puerta sólo Dios lo traspasa!".
desnudas las espaldas, en el dintel de oro de la puerta, dos ángeles velaban.
Me aproximó a los hierros que defienden la entrada, y de las dobles rejas en el fondo la vi confusa y blanca.
La vi como la imagen que en un ensueño pasa, como un rayo de luz tenue y difuso que entre tinieblas nada.
Irle sentí de un ardiente deseo llena el alma. ¡Como atrae un abismo, aquel misterio hacia sí me arrastraba!
Mas, ¡ay!, que de los ángeles parecían decirme las miradas:
"¡El umbral de esta puerta sólo Dios lo traspasa!".
Cuando miro el azul horizonte
9:31
Publicado por
Gustavo Adolfo Bécquer
Cuando miro el azul horizonte
perderse a lo lejos al través de una gasa de polvo, dorado e inquieto,
se me antoja posible arrancarme del mísero suelo,
y flotar con la niebla dorada en átomos leves cual ella deshecho.
Cuando miro de noche, en el fondo oscuro del cielo, las estrellas temblar, como ardientes pupilas de fuego,
se me antoja posible a do brillan subir en un vuelo,
y anegarme en su luz, y con ellas en lumbre encendido fundirme en un beso.
En el mar de la duda en que bogo ni aun sé lo que creo; ¡sin embargo, estas ansias me dicen que yo llevo algo divino aquí dentro ! ...
perderse a lo lejos al través de una gasa de polvo, dorado e inquieto,
se me antoja posible arrancarme del mísero suelo,
y flotar con la niebla dorada en átomos leves cual ella deshecho.
Cuando miro de noche, en el fondo oscuro del cielo, las estrellas temblar, como ardientes pupilas de fuego,
se me antoja posible a do brillan subir en un vuelo,
y anegarme en su luz, y con ellas en lumbre encendido fundirme en un beso.
En el mar de la duda en que bogo ni aun sé lo que creo; ¡sin embargo, estas ansias me dicen que yo llevo algo divino aquí dentro ! ...
Tú eras el huracán
9:30
Publicado por
Gustavo Adolfo Bécquer
Tú eras el huracán, y yo la alta
torre que desafía su poder: ¡Tenías que estrellarte o que abatirme!... ¡No podía ser!
Tú eras el Océano, y yo la enhiesta roca que firme aguarda su vaivén: ¡Tenías que romperte o que arrancarme!... ¡No podía ser!
Hermosa tú, yo altivo; acostumbrados uno a arrollar, el otro a no ceder; la senda estrecha, inevitable el choque... ¡No podía ser!
torre que desafía su poder: ¡Tenías que estrellarte o que abatirme!... ¡No podía ser!
Tú eras el Océano, y yo la enhiesta roca que firme aguarda su vaivén: ¡Tenías que romperte o que arrancarme!... ¡No podía ser!
Hermosa tú, yo altivo; acostumbrados uno a arrollar, el otro a no ceder; la senda estrecha, inevitable el choque... ¡No podía ser!
Besa el aura
9:28
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Gustavo Adolfo Bécquer
Besa el aura que gime blandamente
las leves ondas que jugando riza; el sol besa a la nube en Occidente, y de púrpura y oro la matiza:
la llama en derredor del tronco ardiente por besar a otra llama se desliza, y hasta el sauce inclinándose a su peso, al río que le besa, vuelve un beso.
las leves ondas que jugando riza; el sol besa a la nube en Occidente, y de púrpura y oro la matiza:
la llama en derredor del tronco ardiente por besar a otra llama se desliza, y hasta el sauce inclinándose a su peso, al río que le besa, vuelve un beso.
Antes que tú me moriré
9:25
Publicado por
Gustavo Adolfo Bécquer
Antes que tú me moriré: escondido
en las entrañas ya el hierro llevo con que abrió tu mano la herida mortal.
Antes que tú me moriré: y mi espíritu, en su empeño tenaz, se sentará las puertas de la muerte, que llames a esperar.
Con las horas ios días, con los días los años volarán, y a aquella puerta llamarás al cabo... ¿Quién deja de llamar?
Entonces, que tu culpa y tus despojos la tierra guardará, lavándote en las ondas de la muerte como en otro Jordán;
allí donde el murmullo de la vida temblando a morir va,
como la ola que a la playa viene silenciosa a expirar;
allí donde el sepulcro que se cierra abre una eternidad ...
Todo lo que los dos hemos callado lo tenemos que hablar!
en las entrañas ya el hierro llevo con que abrió tu mano la herida mortal.
Antes que tú me moriré: y mi espíritu, en su empeño tenaz, se sentará las puertas de la muerte, que llames a esperar.
Con las horas ios días, con los días los años volarán, y a aquella puerta llamarás al cabo... ¿Quién deja de llamar?
Entonces, que tu culpa y tus despojos la tierra guardará, lavándote en las ondas de la muerte como en otro Jordán;
allí donde el murmullo de la vida temblando a morir va,
como la ola que a la playa viene silenciosa a expirar;
allí donde el sepulcro que se cierra abre una eternidad ...
Todo lo que los dos hemos callado lo tenemos que hablar!
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