Cuando me lo contaron sentí el frío
de una hoja de acero en las entrañas; me apoyé contra el muro, y un Instante la conciencia perdí de donde estaba.
Cayó sobre mi espíritu la noche; en ira y en piedad se anegó el alma... y se me reveló por qué se llora, ¡y comprendí una vez por qué se mata!
Pasó la nube de dolor..., con pena logré balbucear unas palabras... Y ¿qué había de hacer? Era un amigo ... ¡Me había hecho un favor!... Le di las gracias.
martes, 10 de noviembre de 2009
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